La familia es lo más preciado que se tiene, está conformada por varios miembros y cada uno es importante y, sobre todo, querido. Sin embargo, no siempre nos profesamos el amor que nos tenemos unos a otros, incluso, a veces es más fácil expresar lo que nos desagrada que reconocer los atributos de esos seres cercanos.
Como se mencionó anteriormente, cada uno hace un aporte significativo y positivo a los hogares, no obstante, ese afán en involucrarse y querer que todo sea perfecto desde nuestro punto de vista, nos hace acreedores de calificativos poco agradables. Lanzar nuestras ideas y pretender que sean acatadas no es recibido, generalmente, de buena manera, y ese tipo de imposición es algo que suele caracterizar a las queridas suegras.
La fama que se han ganado estas adorables señoras no es en vano y no es para menos, teniendo en cuenta el amor que toda madre siente por sus hijos, pese a que estos crezcan, se casen y tengan sus propias familias. Difícilmente una madre dejará de verles como sus pequeños y, en consecuencia, quieran lo mejor para ellos, y se interpongan con aquellos que consideren que están perjudicando a su prole, aun si ese individuo se trata del cónyuge.
Son numerosas las anécdotas en las cuales existe una especie de guerrilla entre la suegra y el yerno o la yerna. Y es que el nuevo miembro de la familia (espos@) no siempre se doblega con facilidad a las normas, consejos y sugerencias de la madre de sus amadas parejas.
A continuación algunos refranes dedicados a las suegras:
“Suegra, ninguna buena, y una que lo era, quebróse la pierna”: este dicho popular quiere expresar que prácticamente ninguna suegra es buena, y si hay alguna excepción, seguramente es por algo extraño y que tarde o temprano le ocurre un suceso desafortunado.
“Suegra, ni aun de azúcar es buena”: hay algunas que aparentan ser muy dóciles y bastante agradables, pero los nueros se mantienen incrédulos, y saben que en ciertos momentos revelarán la típica conducta de intromisión cargadas de sermones e imposiciones.
“Acuérdate suegra, de que fuiste nuera”: este es un argumento que se saca a relucir procurando que no sean tan intensas. Se apela a que se acuerden de aquellos momentos en los cuales ocupaban otra posición, es decir, eran la esposa y seguramente estaban en desacuerdo con muchas de las cosas de sus madres y de la posturas que adoptaban las mismas como suegras.
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